República Dominicana

Sábado, 19 de Junio de 2004Ramón Paredes

 


Atardecer sobre la isla de Manhattan y el Río del Este
(19 de Julio de 2004)



Aparece hoy en el periódico El Nacional un artículo que nos llamó la atención. Orión Mejía, quien nos imaginamos es uno de los peledeístas (i.e., miembro del Partido de la Liberación Dominicana, o PLD) que administrará el país a partir del próximo 16 de agosto, hace una declaración de sus “bienes”. El dominicano, vale la pena escribirlo, tiene una manera peculiar de expresar de las cosas, sin decirlas directamente. El mejor ejemplo es, probablemente, el profesor Juan Bosch (RD, 1909-2001; enlaces: literatura). Pero el señor Mejía (que nos imaginamos no tiene conexión familiar con el saliente presidente dominicano, Hipólito Mejía) nos da un buen ejemplo: su declaración de bienes es más bien una valoración de su familia —que, dicho sea de paso, parece ser una hermosa familia.

He aquí el artículo:


A rajatabla - ¡Soy millonario!
ORION MEJIA

Algunos amigos (y adversarios también) me sitúan desde ya en algún cargo en el próximo gobierno y hay quienes me alientan para que gestione tal o cual puesto, a los fines de que resuelva mis problemas económicos y, de paso, ayude a la Patria.

Ante la eventualidad de que opte por “sacrificarme” en algún despacho oficial, he decidido adelantar hoy mi declaración jurada de bienes para evitar que alguien diga en el 2008 que “llegué en chancleta y salí en yipeta”.

Para empezar, debo decir que tengo zapatos y vehículo (sólo debo 21 pagarés) y también tengo apartamento (si pago puntual, será totalmente mío dentro de once años).

Como lo de mi mujer es mío, puedo agregar 24 tareas en Los Hoyos (sin cabaña, piscina, baño ni letrina) y otro carro convaleciente que mi hija Kirsys se niega a guiar.

No crean ustedes que soy millonario por esos bienes (a los cuales agrego muebles, cama, comedor televisor, nevera, equipo de música, libros y una mesa de dominó). La verdad es que soy rico por lo siguiente:

-Por el inmerecido honor de haber conocido a quien hoy es mi esposa, quien me ha regalado dos hijas, que son mis tesoros.

-Por tantos amigos que comparten (y yo con ellos), alegrías, tristezas, sueños, anhelos, victorias, derrotas, vacilaciones y sobre todo que me aprecian aun con mis múltiples defectos.

-Porque duermo sin dolor de conciencia y porque mis insomnios son provocados sólo por tormentos familiares o resabios que causa la injusticia.

- Porque (gracias a Dios, controlo mis ambiciones y soy cobarde para acometer de manera consciente ningún tipo de acción que pueda manchar el apellido que llevan mis hijas, el mismo que heredo de mis padres.

- Porque Dios me ha dado la virtud de reír o llorar, de amar u odiar, de aceptar o rechazar, de ser solidario o individualista, siempre sobre la base de los principios en los cuales creo y guardo en el templo de mis convicciones.

- Porque disfruto de la lealtad de mi perro “Bony”, que por más de cinco años no ha dejado ni un día de mover la cola en señal de alegría por mi sola presencia.

-Porque disfruto al tomar un trago con mis amigos debajo de una mata de mango que me niego a sacrificar.

-Porque fui mandadero de Juan Bosch, prócer de la República, porque nací en San Carlos y viví en Capotillo y porque soy hijo de Ana y criado de Candita.

-Soy millonario porque amo la vida y no temo a la muerte y porque sería un gran honor poder estar en primera fila cuando este pobre pueblo decida encontrar su propio destino.

- A que más se debe aspirar que no sea a salud y fuerza para trabajar y luchar, para escalar peldaños de la escalera que la vida pone a uno por delante?

-¿Para qué excesiva riqueza material si ha de guardarse en el banco de la miseria espiritual?

-Para qué lujo si soledad y desprecio ocupan balcones y platea en el teatro de la vida?

En mi declaración jurada de bienes cuento también al carrusel de quienes me adversan, porque sin ellos no tendría referentes para aquilatar el valor de la amistad y lealtad que recibo y tributo.

Quien posea activos de tan incalculable valor como la familia y la legión de amigos que tengo yo, puede ufanarse de tener una fortuna mayor que todos los certificados del Banco Central.

He ahí las válidas razones por las cuales proclamo hoy, ante la eventualidad de ocupar algún cargo público, que soy millonario y que, por tanto, no llegaré al gobierno en chancleta para salir en yipeta.

Pero el artículo también nos ofrece otras interpretaciones de una realidad muchas veces trágica. (Esta última la escribimos porque en la República Dominicana los empleos gubernamentales se les otorgan a los miembros del partido de turno, no a las personas mejores calificadas.) ¿Está el autor profesando su amor a su familia o poniéndose a la disposición del nuevo gobierno, para que no lo olviden? ¿Está pidiendo un empleo o está declarando sus “bienes”?

La respuesta sólo la conoce el señor Mejía. De todas maneras, su artículo es, definitivamente, de antología —por lo menos, de nuestra antología.

Y como si este ejemplo no fuera suficiente, también nos encontramos con otro artículo de Pablo McKinney que nos deslumbra con lo que NO se dice. El señor McKinney, a quien sólo le podríamos criticar el abuso de alusiones inglesas en sus artículos, escribe una prosa que no es muy precisa, pero siempre acertada, alusiva y poética. He aquí su artículo: (Ojalá y los dueños del El Nacional no nos demanden por usar, o más bien abusar, de sus derechos de autor)



El bulevar de la vida - Sola
Pablo McKinney

Me preguntó Tagore, ayer en el Dumé de La Bolívar: ¿qué es un hombre sin un sueño? Y pregunto yo ¿ y qué es un comunicador sin credibilidad?

Lo de menos ha sido los argumentos.

Las armas de este periodismo literario nuestro han sido los sentimientos sobre las conveniencias momentáneas o traidoras, los principios sobre el pragmatismo. Ha sido cosa de bañarse en ideas propias sin temor a perder la ropa.

Todos estos años, uno ha andado de país en país, de diario en diario con la alforja de su mundo y sus sueños bajo el brazo, como un Che derrotado por la pragma, desparramándose en amores patrios o carnales. Durante todos estos años, ha andado uno, regando sus ideas como agüita de lluvia fina, encendiendo su personal hoguera de palabras, entre el horizonte de un país que nos empecinamos en amar, a cualquier precio.

Marchamos con nuestra prosa a cuestas amurallados en nuestras verdades y nuestros sueños , y casi felices cuando nos ha tocado pagar el precio.

Cual veleros de vendavales y remos, hemos navegado entre el cansancio repetido de los temas políticos, un alma de mujer que perfuma como la flor de alelí/ un fuerte que gime de mar y una luna enamorada de las olas y los arrecifes; ay, que el mar es un gran río de azul que voló de nuestras manos y se ha quedado sin ribera, como a veces los amores se quedan sin luz o las patrias se quedan sin camino.

En el artículo, uno no puede deducir si el autor está anunciando su renuncia como articulista (y periodista) o si se marcha del país o si... Bueno, el artículo propone más preguntas de las que contesta.

Finalmente, también en El Nacional, aparece una noticia un poco curiosa, firmada por Gisela Mera: “Alfaguara publica cuentos de grandes autores”. He aquí la noticia:



Alfaguara publica cuentos de grandes autores

El sello Alfaguara Infantil-Juvenil del Grupo Santillana puso a circular dos libros de cuentos para lectura adolescente y juvenil, de destacados autores dominicanos.

La Ciguapa, el pícaro y la dama y Caballo loco y otros cuentos, son los textos presentados.

Los trabajos fueron seleccionados por Andrés Blanco Díaz y pertenecen a los autores Pedro y Max Henríquez Ureña; Tomás Hernández Franco, Virginia de Peña Bordas, Rafael A. Deligne y Federico Henríquez y Carvajal.

También a César Nicolás Penson, Fabio Fiallo, Vigil Díaz, Alejandro Llenas, Amelia Francasci y Virginia Elena Ortega, entre otros.

Los libros fueron presentados por el poeta y escritor José Enrique García en un acto celebrado en el Foro Pedro Mir de la Librería Cuesta, escenario donde también se leyeron fragmentos de los cuentos “Delirio” de Tomás Hernández Franco y “Pepa, Pepe y José” de Amelia Francasci.

La obra La ciguapa, el pícaro y la dama está compuesta por once piezas literarias que construyen un panorama de diversidad. Autores de diferentes épocas y estilos, narraciones que se ocupan de asuntos y contextos distintos, credos y escuelas literarias disímiles, configuran este material.

En tanto, que Caballo loco y otros cuentos incluye nueve cuentos de la etapa literaria previa a la consolidación de este género en la literatura dominicana, dirigidos a jóvenes lectores que aun no han perdido el don de maravillarse en las residencias de la imaginación.

La encargada de Cultura de la Librería Cuesta, Verónica Sención saludó la iniciativa de Alfaguara de sacar a la luz pública esta selección la que considera un aporte significativo a las letras dominicanas.

Ruth Herrera, directora de ediciones generales del Grupo Santillana dijo que los dos libros son fruto del árduo trabajo realizado por Andrés Blanco Díaz, un callado y curioso explorador de publicaciones viejas.

- Gisela Mera

Independientemente de que no conocemos Andrés Blanco Díaz y el poeta José Enrique García ya que este demuestra nuestra ignorancia y no el grado de importancia de sus trabajos literarios, uno tiene que preguntarse, ¿quiénes son Virginia de Peña Borda, Alejandro Llenas, Amelia Francasci y Virginia Elena Ortega? Probablemente en el mundo literario dominicano son excelentes escritores, pero, cuando uno lee “grandes autores”, ¿no espera uno el nombre de grandes autores?



Copyright © El Nacional, Orión Mejía, Pablo McKinney
 

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